Lina Gavira Álvarez | Revista Andaluza de Antropología Número 4, (2013)
Resumen : La crisis y la incertidumbre actual está derivando en una progresiva “terapeutalización de la cultura”, que supone un nuevo modelo de control social desde las emociones, basado en trasladar el expertismo psicologísta al campo de la acción social, para promover el “estar bien”, reformulando las bases del “bienestar”. Esta estrategia erosiona los derechos de ciudadanía, al propiciar una identidad pasiva, como pacientes. Las manifestaciones culturales o el arte quedan bajo sospecha, cuando usan códigos que no participan de lo establecido por las élites como “adecuado”. Así desde la política se hace una apuesta generalizada por la “instrucción emocional”, mientras se invisibilizan las dimensiones culturales y materiales que permiten afrontar los problemas desde una lógica activa de ciudadanía que apueste por una calidad de vida más humana. En este contexto, los profesionales de la cultura como mediadores tienen un papel importante ante la encrucijada de promover proyectos en formatos que propicien una cultura transformadora, o bien ser un agente más de la reproducción del malestar y la terapia cultural paliativa.