David Ruiz | Economía y Cultura
El contrato social
“El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y halló gentes bastante simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos; cuántas miserias y horrores habría evitado al género humano aquel que hubiese gritado a sus semejantes, arrancando las estacas de la cerca o cubriendo el foso: ¡Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra de nadie!” Estas palabras de Rousseau (Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, 1755) nos sitúan en su concepción del estado en el más amplio sentido. De esta manera, una vez el hombre sale de su estado natural, necesita “encontrar una forma de asociación que defienda y proteja de toda fuerza común a la persona y a los bienes de cada asociado, y por virtud de la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y quede tan libre como antes. Tal es el problema fundamental al cual da solución el contrato social”
Anem cap a la desaparició de la classe creativa?
Scott Timberg | Yale University Press
Un estat democràtic necessita una classe mitjana sòlida i ben informada, així com una classe creativa robusta i saludable. Pintar un paisatge o tocar un solo de jazz no garanteix que un individu sigui més bona persona o més útil per als seus conciutadans, però una classe mitjana àmplia que visqui en contacte directe amb la cultura sí que garanteix una societat millor. Són afirmacions d’Scott Timberg, autor d’aquest llibre que reflexiona sobre la situació de la classe creativa i sobre la importància de preservar-la.