Un teatro que haga menos teatro (de si mismo)

David Márquez Martín de la Leona | Zeitgeist

lguien inventó en algún momento ese nefasto invento que es “El día de…”. Alguien pensó que así se conseguía centrar la atención sobre una actividad aunque sólo fuera por un día concreto, admitiendo así que el resto de los días pueda relajarse esa atención. Algo así pasa con el teatro que celebró su día internacional el 27 de marzo.

En ese día la International Theater Institute (Adscrita a la UNESCO) lanza algún que otro manifiesto escrito por algún profesional del mundo del teatro y este año el encargo se le ha hecho a Krystoff Warlikowski. El mensaje siempre es poético, con una cierta dosis lírica de reivindicación de una profesión, que (también) siempre se ve contrariada por adversidades.

En España ese mensaje del director polaco se ha acompañado del ya habitual discurso reivindicativo del IVA y de las condiciones crecientes de la precarización laboral.

Yo no quiero entrar aquí a analizar esas reivindicaciones que encuentro legítimas por mucho que haya criticado (aquí) la pertinencia y el enfoque. Más bien quiero ofrecer algunos otros indicadores que permitan ampliar la perspectiva analítica sobre el fenómeno del teatro en nuestro país.

Son muy comunes los indicadores internos de la realidad teatral: número de espectadores, de funciones, tamaño de las producciones, etc… Y pocos los indicadores desde fuera de la esfera teatral.

Hace unos meses, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicó en su barómetro mensual en el que pulsa la opinión de los encuestados sobre temas de actualidad, introdujo algunas preguntas sobre percepción de algunas actividades culturales, entre ellas el teatro. Aquí los datos y el análisis que hago de ellos:

El teatro se nutre en/de ciudades grandes.

Cuanto mayor es el núcleo poblacional, mayor interés despierta el teatro entre la población. Esto nos puede llevar a pensar que una mayor oferta, que es la que se puede encontrar en esas poblaciones grandes, redunda en una mayor aceptación por parte del ciudadano. Es más. aventuraría a decir que, incluso admitiendo que el panorama artístico teatral español no se caracteriza por una gran variedad, una mayor oferta suele comportar una mayor diversidad de las propuestas. Y esa diversidad es apreciada por el público, que siempre puede acomodarse a las propuestas que más le convengan.

Reflexión y análisis por separado merecería relacionar este indicador con los equipamientos escénicos. Es cierto que hay regiones donde los equipamientos escénicos de núcleos poblacionales pequeños o medianos, no reúnen condiciones para la programación de artes escénicas en formatos profesionales. Sin embargo habría que reconocer al mismo tiempo que en los últimos años se han mejorado mucho los equipamientos de exhibición (no pudiendo decir lo mismo de su dotación presupuestaria), por lo que dudo de que este análisis sea válido para todo el espectro nacional.

Qué sería del teatro sin las mujeres?

El análisis en este caso no puede ser más evidente: las mujeres tienen más interés por el teatro que los hombres. Fíjense en la diferencia: 14,5 puntos!!!

Y si miramos a los grupos de edad destaca especialmente lo desmotivadas teatralmente que están las cohortes más jóvenes.

Es difícil aventurar alguna hipótesis que explique el por qué de estas fracturas, tanto de género como de edad, pero me arriesgaría que tiene que ver con el contenido artístico, con los temas y las facturas de las propuestas teatrales en el caso del desapego de los más jóvenes; y con temas de accesibilidad al tiempo libre y preferencias sociales en el caso del sesgo de género. Dicho más claramente: que los jóvenes no irían al teatro porque lo que les programan en el teatro no les gusta y que las mujeres irían más porque prefieren esa actividad en su tiempo libre. Pero ya les digo, es difícil entrar en esta cantera sin mancharse de polvo.

El teatro no es cosa de los partidos tradicionales.

Miren ese gráfico en el que se vincula la pregunta de interés por el teatro a la adscripción ideológica. No les sorprende que los menores porcentajes se den en los dos partidos “tradicionales”: PP y PSOE? (...)

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