De okupas y pro-comunes: autogestión cultural y participación ciudadana

Fernando Rueda | Blog El País. Alternativas | 29 de julio de 2015

Cada cierto tiempo nos amanecemos con noticias sobre ocupaciones y desalojos de espacios de autogestión ciudadana. La más reciente ha sido la del desalojo del local de Patio Maravillas

En España y en muchos países europeos, en los que Alemania con Berlin a la cabeza, ha sido precursora, existen cientos de iniciativas que generan nuevos modelos de gestión en lo económico y en lo social, basados en la cooperación horizontal. Las noticias de ocupación y desalojo suelen ser portada en los medios. Las informaciones sobre sus otros impactos quedan generalmente escondidos en la comunicación pública.

Muchas de estas iniciativas son vistas con desprecio y con temor por los sectores más conservadores -y no tan conservadores- de la sociedad, cargados sin duda de razón en lo que a usurpación de una propiedad privada se refiere. No tanto en los adjetivos proferidos hacia sus promotores, generalmente tachados  de radicales, perroflautas, violentos o adjetivos similares.

Pero una mirada más profunda sobre los perfiles de los promotores y agentes que intervienen en estos procesos rompe los lugares comunes. Las barreras para la difusión pública de estos proyectos culturales, con propuestas escénicas o musicales  alternativas, actividades de formación social, crowdfunding a proyectos , ecología urbana, cybercultura, trueque, bancos de tiempo etc. se construyen a partir del trabajo en red de académicos, activistas, artistas, y vencinos.

No es mal momento para introducir en el debate público y en las políticas de ciudad estas otras realidades que aglutinan a un conjunto de ciudadanos, gestores y promotores cuya finalidad es la innovación ciudadana y la gestión de lo común, desde una óptica no mercantilista, vinculada a las redes y a la co-producción y co-creación.

Conocer a fondo estas experiencias, relacionarlas y analizar las formas de organización y de gestión puede ayudar reivindicar mejor estas nuevas maneras de intervenir en lo cultural y a proponer formas de actuación comunes entre agentes, gestores culturales y ciudadanía.

Esta tarea ya se hace en Alemania desde hace años, en Kruezberg. Y también en Dinamarca, en la Ciudad libre de Christiania. No se trata de una nueva estrategia para una política de la izquierda radical de la periferia del sur.

Font:  Blog El País. Alternativas