La elegancia de Brook no es para todos. The Suit

el balcón de la espera

Los momentos previos

Conozco a Peter Brook principalmente por su obra teórica sobre el teatro y por sus incursiones cinematográficas. Acercarse a Brook a partir de sus reflexiones artísticas equivale a pensar constantemente en el espacio y como todo surge a partir de él. Últimamente no dejo de decir que uno de los problemas del arte postmoderno es su desvinculación entre crítica social y critica artística, el arte en el mejor de los casos tan solo es una satisfactoria emoción estética. En cambio cuando aparece una propuesta que se sitúa también en el orden de lo social como es The Suit, encuentro que antes de analizar la obra en profundidad necesito reflexionar sobre ciertos elementos externos a la obra pero que condicionan el hecho teatral como acontecimiento social.

Es cierto que el teatro sucede esencialmente en el escenario pero no podemos dejar de tener en cuenta el espacio que envuelve todo acto teatral, el lugar que ocupa el público y la elección del “recinto”. No cabe duda de que todo eso también condiciona la percepción y el sentido que se le da a una obra, además de que los programadores son conscientes de que llevar una obra a un lugar o a otro determina el tipo de público. El teatro municipal de Girona es un espacio solemne, The Suit acogió a un público que con un simple vistazo podemos decir que también era de cierta solemnidad. Autoridades políticas y públicas, edad adulta avanzada, pocos jóvenes, tal vez los incondicionales, en general un público de cierto progresismo y nivel social. Las entradas valían 36, 22,18 y 9 euros. Habrá quién puede decir que el precio es variable y que hay para todos, no me pararé en analizar los lugares de los 9 euros, creo que todos pueden imaginar donde están ubicados.

Lo que me gustaría apuntar antes de empezar el análisis propio de la obra es que la cultura junto a la ciencia y seguramente el trabajo, son las grandes producciones humanas. La cultura nos aleja de la barbarie y éste ha de ser el argumento principal para defender la cultura y no en términos mercantiles o de libertad de opción y prioridades por donde parece se mueve el debate por el valor/precio del teatro. Una obra debe tener un precio, incuestionable. Si quieres traer a los mejores debes pagarlo, regla contemporánea que parece inevitable. Estos argumentos son los de discusión en cuanto a mercantilización del arte. Estoy convencido porque así lo leo y escucho, que el festival hace todo cuanto puede por llegar a todo público posible, que el ayuntamiento es el primer interesado en incluir a toda la ciudadanía y que todas las instituciones hacen un gran esfuerzo para que todo funcione, de hecho el éxito es incuestionable. ¿Pero entonces? Mi análisis parte de una máxima, en el teatro (en el arte en general) mientras más relevante sea una propuesta, mientras más imprescindible más necesario es que llegue a todo el mundo. Peter Brook, su persona, su propuesta, su teoría, su arte son demasiado importante en un mundo artístico sin referentes, cada vez más vacío que pregona el fin del arte. Brook es demasiado importante para que se convierta en un objeto al alcance de unos pocos.Curiosamente cuando más cerca estuvo Brook de nosotros más lejos lo teníamos.  

El espacio y todo lo demás

Al margen y en contraste con la solemnidad burguesa. The suit propone una escenografía mínima. Brook es coherente con su pensamiento teórico y su idea de espacio vacío. Unas simples sillas de colores y unos percheros móviles, no hay nada más. Todo es transparente y mínimo, una declaración de intenciones todo lo que suceda lo podremos ver, todo al descubierto. La iluminación jugará un papel esencial ya que será la encargada de llenar y transformar los espacios. A todo esto hay que añadir la música como elemento central de todo lo que sucede. El resto es cosa de las interpretaciones y de la narración.

Llegiu tot l’article a : el balcón de la espera