blog de dominguezcs

Elle, o cuando lo perturbador no es suficiente.

Existen en el cine al menos dos escenas de violación sexual más perturbadora e incómodas que la que presenciamos en el inicio de Elle. Me refiero a los filmes Baise moi, (Fóllame en España) de Virginie Despentes, 2000, e Irreversible, del director Gaspar Noé, 2002. Estas dos películas están en las antípodas de lo que pretende el director holandés Paul Verhoeven, autor entre otras películas de Basic instinct, 1992 o Showgirls, 1995.

Se apaga la luz en el cine y con el negro de la pantalla se escuchan gritos que no podemos identificar si son de una agresión o de un acto sexual salvaje. La oscuridad se ilumina y vemos el plano de un gato que mira fijamente al fuera de cuadro que evoca la todavía desconocida acción. El director coloca al espectador en posición de voyeur, buscando que nos identifiquemos con la curiosidad primaria de los felinos.

El hombre de las mil caras y el despertar de lo siniestro

Estamos en la época en el que las alturas eran para unos pocos y cuando los aviones aún no eran autobuses. Este es el comienzo sobrio pero inquietante y expectante de la película de uno de los directores españoles que están más en forma en la actualidad. No es habitual que el comienzo de un film prometa y te embriague tanto como lo hace El hombre de las mil caras. También es muy complicado encontrar la metáfora adecuada en el cine. Sobretodo que defina no solo las expectativas de la historia que se quiere relatar sino el deseo de casi un todo país, como sigue siendo, de conquistar las alturas de la manera más rápida posible y a cualquier precio. ¿Les suena?

La otra escena… vigencia y necesidad del psicoanálisis en la hipermodernidad

el balcón de la espera

Creen superado aquello que ignoran… ¿Cómo se le puede juzgar (a Freud) como superado si no lo hemos comprendido enteramente?, decía Jacques Lacan (1901-1981), en una entrevista publicada por la revista «Panorama» (Roma) en su número 21 de Diciembre de 1974[1].

¿Qué ha cambiado desde aquella fecha? Muchas cosas, pero lo destacable es que entre los síntomas de la hipermodernidad cabe destacar el declive de la ética y la desorientación intelectual. Pero para la ignorancia y la falta de ética hay remedio, el libro del psicoanalista gironí Jose Miguel Pueyo [2] es una lectura obligada y necesaria en ese sentido, lectura que atraviesa y llega al punto en el que se entrecruza la clarividencia, el saber más lúcido y el genio intelectual.

La necesidad y límites de una nueva forma de producción cinematográfica. #littlesecretfilm

el balcón de la espera

“…el verdadero [cine] no está detrás de nosotros, dado que no cesa de reinventarse. Incluso enfrentado a los nuevos desafíos de la producción, la difusión y el consumo, el cine sigue siendo un arte de un dinamismo pujante cuya creatividad no está de ningún modo de capa caída…”

“…El cine conoce hoy una mutación de fondo que afecta a todos sus dominios, a la producción tanto como a la distribución, al consumo tanto como a la estética fílmica…no es el fin del cine sino la aparición de un hipercine…”

Empiezo citando a Lipovetsky y Serroy en su libro “La pantalla Global” para hacer un análisis de cómo la nueva forma de producción cinematográfica que representa #littlesecretfilm, promete ser accesible a todos, tanto en su producción, como en su distribución.

(Re)pensar la interpretación en teatro y cine a partir de IMPAR

el balcón de la espera

¿Qué es un actor?, ¿es lo mismo un actor de teatro que de cine? La respuesta a la primera pregunta parece ser destinada a llenar libros y libros sobre el asunto. La segunda puede ser tramposa pero está claro que interpretar en un escenario y hacerlo delante de cámaras es absolutamente diferente.

Escribiré desde mi experiencia y observación, poca o mucha, intensa o dispersa, más que desde la teoría, siempre más justificada como argumento válido.

He  visto como actores en cine han repetido 17 veces una toma por incapacidad propia y han acabado triunfando con respecto aquellos que solo le sirvieron 1 o 2 tomas para mostrar su talento y profesionalidad. El montaje final es lo que tiene, priva al público del conocimiento del proceso y sus conflictos.

Bibliotecas como espacio de tránsito no de conocimiento. La biblioteca de Girona

el balcón de la espera

Hace tiempo que las ciudades se intentan definir por los espacios que producen, para ser más exactos por espacios de consumo por los que las masas puedan circular y puedan experimentar emociones únicas que despierten tus sentimientos hacia lo que consumes. De esta manera nunca pensé que una biblioteca se pudiera convertir o definir más en un lugar para ser transitado donde el libro no es el protagonista.

El teatro como ejecutor de su desaparición

el balcón de la espera

En Barcelona un grupo de teatro publica en la red la no continuidad de su obra a pesar de la intención de prorrogar de la sala[i]. El argumento es demoledor e incuestionable, no hay manera posible de rentabilizar el trabajo. La renuncia se convierte en símbolo gracias a la red y a que parece un hecho insólito y de difícil decisión renunciar justo en el momento del reconocimiento del trabajo. Una vez más Internet, ese espacio desterritorializado, provoca reacciones ante una situación de sobras conocida por todos, largamente sufrida por muchos y generalizada. Pero la paradoja del mundo actual hace que el reconocimiento de esa realidad y su debate se provoque en la virtualidad, en el espacio sin territorio y no en la dramática realidad cotidiana del teatro, cosa que por otro lado no deja de ser un síntoma. Desde la red un director concluye con precisión; “El teatro es caro… pero para quién lo lleva a cabo[ii]” y se pregunta si vale la pena una sociedad sin teatro.

Cine sin dinero pero con mucho trabajo. ¿Es posible? IMPAR

el balcón de la espera

Sin duda estamos en un momento de estetización del mundo. El actual momento invita a todos a desarrollar una faceta artística que puede dar como resultado un hecho artístico o un acontecimiento mediático, casi siempre efímero pero con deseo de permanencia. Dentro de las interminables paradojas modernas, nos encontramos en un momento de gran desempleo pero máxima ocupación (sino como sobrevivir) la imagen emerge como un elemento que atraviesa nuestra cotidianidad y las formas de producción de las imágenes han cambiado de tal manera que cualquier sujeto puede ser productor, distribuidor y protagonista de su propia imagen.

La perplejidad del teatro contemporáneo. Giulio Cesare de Castellucci

el balcón de la espera

En el cine dos escenas representan para mí toda la fuerza de la perplejidad que provoca la creación contemporánea. La primera la encontramos en la comedia de Woddy Allen Small Time Crooks (Granujas de medio pelo) cuando Ray Winkler, aquel entrañable buscavidas, acompaña a su mujer y al fraudulento marchante de arte interpretado por Hugh Grant  a ver una obra de creación contemporánea por tal de mejorar su educación y entrar en los círculos de la alta cultura. Ray no puede más que dormirse ante el imposible espectáculo.  La otra escena la encontramos en la para mi discutible La Grande Bellezza cuando una artista semidesnuda no duda en chocar contra un muro en un intento, una vez más fraudulento, de exponer su teoría del arte a partir del concepto de vibraciones.

La velada surrealista de Marthaler

el balcón de la espera

Leí hace poco que Umberto Eco afirmaba que el principal idioma de Europa es la traducción. Toda traducción requiere inevitablemente una interpretación, seguramente sería lo necesario para (re)pensar la obra King Size del suizo  Christoph Marthaler. ¿Pero cómo se (re)interpreta en la sociedad actual el surrealismo? ¿Qué lugar ocupa, cuál es su función? ¿Cómo lo digiere el público? No es mi intención contestar estas preguntas, pero me alegro que la obra me las suscite.

Últimamente tengo una tendencia a empezar analizando cada obra que veo en función de donde vienen, de su contexto, me ayuda a entenderlas y a ubicarlas dentro de nuestros escenarios más próximos. No es suficiente, lo sé, pero para mí es más que necesario. Desde esta perspectiva King Size es una obra esencialmente europea, enfatizando su carácter centro europeo. No creo que ni en Catalunya ni en España alguien pudiera crear algo semejante.