Hace algún tiempo, entrevisté al gerente de un teatro público de un pequeño pueblo de Asturias. El hombre, de unos cincuenta años, llevaba casi toda su vida trabajando para el Ayuntamiento, encargándose de coordinar y programar las actividades culturales que se realizaban en el pueblo.
Yo sabía antes de entrevistarle (siempre trato de investigar un poco la carrera de los entrevistados), que hacía unos años había realizado un curso de experto en gestión cultural que impartían en Oviedo. Al preguntarle por ello, me comentó que a pesar de llevar toda la vida dedicándose a la gestión cultural, con este curso pudo comprobar que lo que él hacía de manera rutinaria, tenía una traducción académica, y le permitió adquirir un sinfín de herramientas que le serían de gran ayuda para su trabajo.