Existen en el cine al menos dos escenas de violación sexual más perturbadora e incómodas que la que presenciamos en el inicio de Elle. Me refiero a los filmes Baise moi, (Fóllame en España) de Virginie Despentes, 2000, e Irreversible, del director Gaspar Noé, 2002. Estas dos películas están en las antípodas de lo que pretende el director holandés Paul Verhoeven, autor entre otras películas de Basic instinct, 1992 o Showgirls, 1995.
Se apaga la luz en el cine y con el negro de la pantalla se escuchan gritos que no podemos identificar si son de una agresión o de un acto sexual salvaje. La oscuridad se ilumina y vemos el plano de un gato que mira fijamente al fuera de cuadro que evoca la todavía desconocida acción. El director coloca al espectador en posición de voyeur, buscando que nos identifiquemos con la curiosidad primaria de los felinos.