Destacats

Els governs locals: entre (re)centralització i nova agenda

El 24 de maig del 2015 hi ha eleccions a governs locals. Tot fa pensar que seràn eleccions especials. Ho poden ser per l’evident significació que té la crisi sistèmica en la que estem immersos situa en el món local, tant pel que fa a la disponibilitat de recursos, com per la necessitat de modificar moltes de les coses que es feien i que caldrà repensar i reformular.  No es gens fàcil situar-se en aquest perspectiva de canvi estratègic quan està en marxa una immensa operació de captura i marginació de les institucions públiques fent servir la gran palanca de l’austeritat i la prioritat en el pagament del deute com eina centralitzadora i privatitzadora. La nova llei de bases de régim local (o llei Montoro) n´és una clara expressió, ja que, detalls al marge, situa la prioritat establerrta en la modificació constitucional de l’article 135 de la Constitució com a peça central des de la que controlar limitar l’autonomia local.

L'estabilització i la contenció de l'acció de les corporacions locals a l'àmbit cultural

1.- L’acció cultural de les administracions públiques és com l’electricitat: funciona i opera però, potser en gran part per la meva ignorància, se’m fa molt difícil definir-la. Tenint en compte que estem davant d’un escrit d’apertura d’un debat, no em perdré per llargs viaranys teòrics i em limitaré a respondre a una qüestió elemental: quin és el marc global que ha establert per a la cultura la recent reforma –de l’any 2013- de la Llei estatal Reguladora de les Bases del Règim Local (LRBRL)?

Cultura, políticas públicas y bienes comunes: hacia unas políticas de lo cultural

Nicolás Barbieri | kult-ur  Vol. 1, núm. 1 (2014) 

RESUMEN: Las políticas culturales se han institucionalizado sobre la idea de la cultura como sustantivo, como objeto, incluso como esencia de un grupo o colectivo. Si bien el modelo de democratización de la cultura continúa como núcleo de las políticas culturales, se vuelve evidente la caducidad de buena parte de los principios de una política centrada en el acceso a la oferta cultural. Los problemas a los que las políticas públicas se enfrentan resultan cada vez más complejos, inciertos y con más riesgos incorporados. Suponen un nuevo reto para la legitimidad de las instituciones culturales en su rol de intermediación tradicional. En este contexto, los bienes comunes (commons) emergen no sólo como concepto analítico sino como herramientas de acción política, social y legal. Los bienes comunes no son simplemente objetos o espacios, sino complejos sistemas de gestión de recursos con comunidades y normas que permiten su sostenibilidad. Este artículo plantea como hipótesis la posibilidad de que las políticas culturales reconozcan la cultura no sólo como sustantivo sino también como adjetivo (lo cultural). ¿Qué implica concebir las políticas culturales como políticas de los bienes comunes? ¿Cuáles son las diferencias principales en lo que se refiere al modelo de políticas de acceso a la cultura? ¿Puede un cambio de modelo derivar en la desresponsabilización de las políticas públicas en el ámbito de la cultura?

La Cultura Localizada como respuesta social a la Red: El caso de la Fábrica de la Tabacalera en Madrid

Margarita Rodríguez Ibáñez | e-rph. Revista Electrónica de Patrimonio Histórico. nº 14, junio 2014

Resumen: En las últimas décadas la Red ha provocado profundos cambios en la manera en que se entiende la información, la comunicación y, por extensión, la política, la economía, la sociedad y el concepto amplio de cultura. Estos cambios vienen claramente definidos porque se ha modificado la forma de actuar a través de las TIC, la cual es interactiva, colaborativa, participativa y sin jerarquía. Hasta no hace mucho, estos comportamientos estaban asociados únicamente al mundo virtual, pero actualmente existen colectivos que se agrupan en localizaciones determinadas para gestionarlas de una manera similiar a la que hemos aprehendido de la Red. Estas experiencias ejemplifican el concepto de cultura localizada, analizada en este artículo a través del ejemplo del Centro Social Autogestionado LTBC (La Fábrica de Tabacalera) en Madrid.

Apología de los centros culturales de proximidad

David Ruiz | Economía y Cultura

Considerar aquellos espacios culturales en los que los caracteres de usuario, ‘consumidor’ y creador confluyen, atienden a los mismos intereses o coinciden en las mismas personas, es dirigir la vista a los centros culturales de proximidad (en adelante, CCP). La proximidad espacial y temporal por un lado, y la proximidad de intereses por otro conforman una de las propiedades esenciales de este tipo de centros. En este sentido, el ámbito conceptual al que nos referimos cuando hablamos de equipamientos o centros culturales de “proximidad” tiene una triple referencia que nos acerca a estas características:

Algunas notas (dispersas, incompletas y a veces obsesivas) para pensar los centros más allá de la cultura oficial

@culturpunk | José Ramón Insa Alba | ya no tengo prisa

[#1]      La visión antropológica y sociológica de la cultura me impide reducir el concepto de centros culturales a la noción acostumbrada de distribución/promoción de sus productos, sobre todo los relacionados con el arte y sus diferentes expresiones. De ahí parto.

[#2]      Concebir los centros como mapas del estado emocional de la ciudad.

[#3]      La anulación y el abandono de la lógica comercial. La anulación del fetichismo del consumo cultural urbano » ¿Industrias Culturales? ¿Capitalidades Culturales? » el declive de los grandes proyectos » el declive de los grandes blablaismos

[#4]      La expansión de los mercados al mundo de la cultura. La conquista del pensamiento político por parte de los dogmas economicistas.

Ecosistema o industria cultural

Santi Eraso Beloki | santieraso.wordpress.com. Arte, Cultura, Ética y Política

De las industrias culturales a la economía social de la cultura

La cultura y el arte se sustentaron durante siglos merced a los donativos de los reyes, nobles y autoridades eclesiásticas; gracias a la burguesía en los Estados modernos; y a los impuestos de tod+s en el estado del bienestar. Se considera que la educación y la cultura, en su sentido más amplio, favorecen la formación e ilustración de los ciudadan*s, contribuyendo a la cohesión social y a la calidad de la democracia. Así pues, los recursos destinados a su desarrollo son, previa decisión política, una manera de redistribución de las rentas, con arreglo a un sentido compartido de la justicia social. Hasta ahora, estas ideas han formado parte del ideario social del estado del bienestar.

La cultura transgènica

Helena Ojeda |  Nativa 

Al Fòrum Indigestió del passat 13D es proposava un debat sobre dues visions de la cultura: la gestió comunitària i les indústries culturals. El diàleg es provava entre la reivindicació del retorn a la comunitat del que aquesta produeix -expropiat pel mercat-, i el mercat, personificat en aquest cas en un representant de l’Administració pública. Tela.

Una administració seduïda per la idea de les indústries culturals que, provant de complaure amb paraules molt ben dites les raons de l’interès comunitari, en un moment donat del debat, en un fals consens, va arribar a convenir en què les indústries culturals ni existeixen al nostre país, ni en calen. Vaja, un no-debat. Potser dos monòlegs antagònics, un dels quals provava de saltar a la pista de l’altre per fer veure, o creure’s, que jugaven junts contra ningú. 

Síntomas mórbidos en el cubo blanco

Yaiza Hernández Velázquez | Futuro público. Campo para el análisis y la crítica cultural

Los espacios públicos y los espacios de la cultura [1]

Confieso que se me atragantó un poco el lema de este encuentro: “Recuperemos el espacio público a través de la cultura”. No porque sea mal plan, recuperar espacios comunes siempre está bien aunque haya que recurrir a la cultura entrecomillada para ello. Se me atragantó porque armoniza demasiado bien con la retórica que muchas instituciones han movilizado durante las últimas décadas para hacer justo lo contrario. La “cultura” se sobreentiende institucionalmente no como “toda una forma de vida” en el sentido que le daba Raymond Williams, sino como algo más selecto, restringido y, por tanto, “valioso”, algo que merece su propio espacio (el suyo, el de los suyos, no el del todo el mundo, no un espacio “público” en un sentido fuerte no meramente estatal). Si vamos a reivindicar que la cultura (en este sentido tan parcial como abstracto) puede ser un, o incluso el elemento más efectivo de procuración de este espacio público, haremos bien en atender a la multitud de ocasiones en que esta reivindicación ha resultado espuria. Por no ir muy lejos, pensemos en las tres últimas décadas, en las que hemos visto aumentar exponencialmente el número de museos, auditorios, centros de arte o incluso “ciudades” de la cultura en el estado español.