Publicat per Membre inactiu el 22/09/2017 - 10:00
Miremos a los últimos meses. Medio mundo está dándole vueltas a la post-verdad[1], sus motivos y sus causas. Otros, muchos menos afortunadamente, están incluso dudando de la utilidad de las vacunas. En 2016 algunos también nos descubríamos junto a millones de personas de todo el mundo saliendo a cazar Pokemones en una especie de competición masiva por ayudar a un científico virtual que quería encontrar todo tipo de bichitos… Junto a estos podemos encontrar cientos de casos de rabiosa actualizad que, para bien o para mal, sirven para contextualizar cómo lo amateur, lo colaborativo, lo descentralizado, está en nuestro día a día[2]. Estamos presenciando nuevas fórmulas de generar riqueza, de hacer política, de hacer periodismo…
La divulgación como mediación
Hemos creado una serie de fronteras para delimitar las diferentes formas de conocimiento. Estereotípicamente las agrupamos en ciencias y humanidades, o tal y como las llamó C.P. Snow, las dos culturas. Estas fronteras nos resultan útiles a la hora de organizar los saberes, compartirlos, enseñarlos, demarcar tareas profesionales, etc.