Xavier Marcé | El Mundo (Ed. Catalunya), 3 de febrero de 2015
Conseguir una situación de estabilidad presupuestaria es la principal obsesión de cualquier alcalde y gastar estos recursos en programas que aseguren la máxima calidad de vida para los ciudadanos su principal objetivo. Parece lógico que sea así, aunque a veces la realidad se empeñe en complicarlo. En este contexto la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL), pone en entredicho el papel de los municipios en relación al mantenimiento de un nivel mínimo de calidad de vida, limitando las competencias municipales hasta un punto critico.