el balcón de la espera
Tenía una gran expectación por ver la obra teatral de Llibert, sobre todo después de todo el debate sobre las condiciones del mundo del teatro que se generó a partir de lo que se denominó en redes sociales “el cas Llibert” y porque generó el análisis en este blog más leído hasta el momento. El teatro como ejecutor de su desaparición.
El éxito de público, crítica y el debate alentaban mi deseo. Pero se demuestra que lo previo a un espectáculo no siempre es suficiente. Me es difícil escribir críticas o análisis negativos, porque considero que siempre hay en ellas implícita cierta injusticia. Sobre todo por lo que respecta al trabajo que supone levantar una creación, las horas dedicadas y las dificultades. Pero también es cierto que cuando escribo algo, lo que sea siempre vuelvo a la máxima de Francisco Ayala cuando afirma que todo contenido debería responder a un designio inquebrantable de veracidad (lo que, subjetivamente, quiere decir, sinceridad). Desde el lugar de espectador sincero debo decir que Llibert me ha supuesto una enorme decepción y por supuesto intentaré argumentar esa decepción.