Els deu manaments del gestor cultural segons Albert Lladó
L'editorial La Garua, que Joan de la Vega dirigeix des de Santa Coloma de Gramenet, ha publicat La fábrica. Apuntes, aforismos y estilemas d'Albert Lladó. Lladó és coordinador de la secció de cultura de LaVanguardia.com i col·labora en el suplement 'Cultura/s'. L'obra inclou un apartat que duu per títol "Los diez mandamientos del gestor cultural". Vet-los aquí:
1. La burocràcia no és l'ofici
2. Tots som creatius.
3. Ser protagonista sense voler-ho ser.
4. Investiga ergo comparteix
5. O complexitat o propaganda
6. Crítica i autocrítica
7. El racó convertit en epicentre
8. Identitat i moviment
9. Deliberació i democràcia
10. El compromís com a compromís
Quatre d'aquests manaments desenvolupats:
1) La burocracia no es el oficio
El gestor cultural es, más que gestor, un dinamizador. Gestiona recursos, es cierto, pero su principal motor es el de activar voces, propuestas, preguntas. Un proyecto ha de ser sostenible, sí, pero eso no es sinónimo, necesariamente, de cuadrar las cuentas. La rentabilidad tiene muchas celdas. Recuerda que la burocracia es algo con lo que lidiar (todos los conocimientos en ese sentido son bienvenidos), pero no la esencia de tu profesión. Decide qué manda sobre qué. Que el monstruo no se te coma.
3) Ser protagonista sin querer protagonismo
El gestor cultural trabaja en silencio, en sótanos sin flashes ni camarillas, para que todos los rings acojan las luchas de otros. La creatividad del gestor es saber ofrecer, siempre, la tela en blanco al que no sabe aún que es pintor. Como dice Sanchis Sinisterra, 'hay que obligar a lo posible a que ocurra'.
6) Crítica y autocrítica
La cultura puede ser entretenida, pero no es lo mismo que el entretenimiento. Cuidado con esas falacias, tan dulces. Si la cultura no ayuda al desarrollo de la capacidad crítica del que la disfruta, tanto del autor como del espectador (que, al final, son la misma cosa), anulamos su capacidad intrínseca de transformación. Al mismo tiempo, preguntarse repetidamente qué es la cultura no es ombliguismo, ni manías del gremio. Se trata de identificar límites impuestos.
7) El rincón convertido en epicentro
Los grandes relatos pueden aparecer, también, en una biblioteca de barrio, en un centro cívico, en un hospital, en un ateneo, en una plaza o en una prisión.
Albert Lladó, La fábrica. Apuntes, aforismos y estilemas, Santa Coloma de Gramenet, La Garúa, 2014.
- blog de Lluís Calvo
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