Sólo la estructura tiene el poder sobre la realidad. O así lo parece ¿no? Al menos ahora dentro de este sistema de grandes elocuencias. Un sistema que hemos ido creando, no escondamos la cabeza, desde nuestro propio discurso. Suavizando en demasiadas ocasiones el vacío desde las criptas de las estrategias, las agencias, las redes, los grandes planes directores... Hemos apoyado generosamente las escenas de una representación para quien ostentaba el turno de poder. ¿A quién le ha importado luego? Me temo que a nadie de los que con tanto ímpetu ruedaprenseril lo fomentaron. ¿Se han hecho seguimientos? ¿Comprobado resultados? ¿Analizado progresos o decadencias? Ni por asomo, me temo también. Todo esto va en contra del perpetuum mobile. La cinta no para y hay que seguir escenificando la marcha, eso sí, delante de un gran ventanal con vistas a un admirable paisaje pero protegidos por la tecnología del gimnasio. Correr hacia ninguna parte y con asepsia extrema.