¿Nos damos ya por enterados de que la cultura les es indiferente?

El lunes, ni vi ni escuché el debate.

Creo que aproveché mejor el tiempo disfrutando de una charla pausada con amigos mientras disfrutábamos de algún vinito y los efluvios nos iban llevando a conversar sobre las culturas y las formas de afrontar el final de la vida.

Nos vamos haciendo mayores y los que tenemos todavía padres, madres o personas cercanas que nos superan en edad, los vamos teniendo de manera continuada ante esa puerta que se abre y cierra a su antojo.

Así que hoy a la mañana, cuando me he paseado por las redes sociales me he encontrado la constatación permanente de la no aparición de la cultura en el discurso y en las líneas clave de los candidatos.

Conviene tener claro que probablemente lo que ayer no salió puede tener básicamente dos razones: o no les interesa per se, o no interesa porque no aportará votos de manera sustancial. Vamos que ni siquiera será el grano que ayudará al compañero.

Así que me da la sensación que entre las palabras con las que abrió Juanjo Puigcorbé las recientes Jornadas de Interacció y lo que ayer ocurrió en el debate hay todo un abismo casi insalvable.

Juanjo reclamó el papel de la cultura como la cuarta pata del Estado de Bienestar. Ayer, por lo que parece, nos tuvimos que conformar con un taburete de tres.

Creo que más que echar balones fuera y cargar contra los políticos puede tener un cierto sentido realizar una mirada interna. Quizás encontremos algunas posibles explicaciones de por qué esto es así.

Lo voy a hacer siguiendo el hilo de algunas de las intervenciones que hubo en Interacció que me dan pie para señalar como mínimo 10 posibles causas.

  1. La primera ya la señalé en el resumen de urgencia que hice. Ahora la reformularía así: los sectores de la cultura no han pensado ni se han preocupado de manera habitual y constante ni de los creadores, ni de la ciudadanía. Han sido siempre en sus propuestas de un gremialismo tal que han conseguido finalmente un rechazo social y político al plantearse ellos como fin y no como meros mediadores.
  2. El cambiazo que hemos dado desde la crítica de Adorno a la industria cultural a las ‘happyflowers’ industrias culturales y creativas. Hemos pretendido que el simple paso del singular al plural nos ponga en movimiento de la pasividad y el consumismo a la maravilla de la acción y la innovación. Ni ha colado ni ha calado porque no deja de ser una involución tramposa neobohemia, neoliberal y alabada por el utopismo tecnológico. ¿Cómo es posible que la industria cultural estigmatizada llega a ser en su forma plural, Industrias culturales y creativas, un símbolo de esperanza en el postcapitalismo?
  3. De tanto hablar, influenciados por ‘lo digital’, de cómo será el futuro y cómo será la realidad nos hemos convertido en incapaces de saber cómo es realmente la realidad.
  4. Hay una gran desconexión de la ciudadanía con la cultura. Si la ciudadanía no participa en el proceso de diseño de las políticas seguirá lejos de las mismas.
  5. Hemos puesto, ingenuamente y siguiendo la estela de algunos discursos dominantes, el punto de mira en las externalidades de la cultura (PIB, retorno de inversión…) aceptando con ello lo que Adorno cuestionaba. Midamos y pongamos en valor primero lo intrínseco, los valores consustanciales y públicos. Luego veamos las externalizaciones. Aquí sí que el orden de los factores altera el producto.
  6. La cultura y sus instituciones pueden duplicar los procesos de exclusión (económica y cultural). Sin educación la exclusión seguirá en aumento. Las prácticas están unidas al mundo de las ideas. es necesario pensar conjuntamente las políticas culturales y educativas.
  7. Las políticas culturales, en el mejor de los casos solo inciden en el 15% de la vida cultural de las personas. Son por lo tanto  a fecha de hoy irrelevantes para los ciudadanos más todavía si ellos no participan en el diseño y desarrollo de las mismas.
  8. Dejemos de hablar de industria, industrias. Hablemos, en el mejor de los casos, de empresas que refleja de manera más realista la estructura de un sector, o sectores, formado en el 95% de los casos por micropymes y autónomos que se mueven en muchas ocasiones en situación precaria. Dejemos de ser presuntuosos y sectoriales. El mestizaje, lo pequeño y la transversalidad provocan y generan proyectos diferentes.
  9. Tratemos a las personas como ciudadanos y públicos que es la óptica del respeto; no como consumidores que es la óptica del capital y del aprovechamiento.
  10. Hagámonos de nuevo, como plantea Xavier Fina, las preguntas esenciales, las preguntas por el sentido. Probablemente en esta falta de reflexión profunda, en este confundir datos con conocimiento, tenemos una de nuestras penitencias que tiene como consecuencia el que nos convirtamos en irrelevantes. Tan irrelevantes como los floreros chinos decorativos.
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