Crisis del sistema cultural, transición al digital y refundación de la política cultural

Joaquim Rius-Ulldemolins, Juan Arturo Rubio Arostegui |  Política y Sociedad, Vol. 52, Núm. 1

«El mundo cultural vive un momento de creciente desconcierto. Las bases sobre las que se asentaban los pilares de sus sistemas parecen en crisis: una relativa autonomía del creador, unos mercados regulados por intermediarios, unas políticas públicas de sustento, democratización y apoyo a los creadores. A este desconcierto procura responder este monográfico con aportaciones que pretenden evaluar las causas de esta crisis sistémica, situándola en el marco de la inevitable transición al paradigma digital. Asimismo, se propone la necesidad de vislumbrar nuevos escenarios para la cultura y por consiguiente, se analizan algunos aspectos de la política cultural que apuntan a una apremiante refundación.

Sin embargo, la actual crisis del sistema cultural no arranca con la gran recesión del siglo XXI, sino que responde a los inicios de una desarticulación del orden social, político y cultural de la posguerra en los años setenta (Lash y Urry, 1998). De este modo, podemos interpretar las dinámicas posmodernas iniciadas hace cuarenta años como un proceso de mayor centralidad social de la cultura y a la vez su mayor mercantilización e instrumentalización para fines económicos y sociales (Gray, 2007). En este sentido, evidenciamos una situación paradójica: por un lado, existe un discurso sobre las industrias culturales y creativas que le asigna un rol fundamental en el desarrollo económico, social y personal (Schlesinger, 2009) y unas prácticas que asignan a la cultura un potencial transformador e innovador con capacidad de transformar la sociedad (Belfiore y Bennett, 2007). Pero, por el otro, todos los sectores culturales, y parece que ninguno queda a salvo, van cayendo bajo el torbellino perfecto de la gran recesión económica, la caída de la financiación pública y una crisis de los paradigmas institucionales basados en el mercado y la intervención del Estado establecidos en Europa en los años sesenta (Dubois, 2010, Levine, 2013). Después de tres décadas de crecimiento casi sostenido, las gráficas y estadísticas culturales se expresan en números rojos en casi todos sus indicadores: público, ventas, facturación o empleo (Rausell Köster, 2007). Asimismo, desde hace veinte años no han faltado las diagnosis sobre el efecto perverso de las políticas culturales, su crisis (Poirrier, 2013) y las llamadas a su reinvención (McGuigan, 2004).

Ante esta realidad, hay una aparente desconexión de lo cultural y lo político y un cuestionamiento de las instituciones, cadenas cooperativas y mecanismos de asignación de recursos, que constituyen su base organizativa e institucional y que, del mismo modo, apuntan a una reconfiguración de los paradigmas clásicos de producción, distribución y consumo cultural, así como de la articulación y papel entre actores estatales, del mercado y sociales en que estos se sustentan. Parafraseando la famosa frase de Marx, todo lo que parecía sólido en el mundo cultural parece desvanecerse en el aire de la crisis y el tsunami digital.

En España, a la crisis de financiación pública de la cultura que se inicia en 2008 se le une una crisis en su modelo de Estado del bienestar, su modelo de organización territorial, su modelo de desarrollo ante la globalización económica y el marco de la Unión Europea y la crisis de valor de la esfera cultural (Rubio Arostegui et al., 2014). No abordaremos en este monográfico esta cuestión en sí misma, sino en los efectos sobre la esfera cultural: a) La erosión del Estado del bienestar afecta en primer lugar a la cultura, al ser considerada por muchos como un servicio no esencial. b) La cultura es interpretada cada vez más por las administraciones como un recurso competitivo en el mercado global, ya sea en las ciudades grandes o medianas (Evans, 2003) o bien para los estados con la promoción de la marca-país (Dinnie, 2008). Y c) En cuanto a la crisis de valor de la esfera cultural, ésta se caracteriza por una paupérrima valoración de la ciudadanía y de la política acerca de las profesiones culturales, su función y la protección al derecho de obtener una retribución por el trabajo creativo. 

Frente a este estado de cosas, se perfilan diferentes posiciones y discursos en diferentes ejes: a) Una conformada por el eje izquierda/derecha. b) En segundo lugar y relacionado con el primer elemento, una diferente comprensión del rol que debe tener el Estado y su nivel de intervención en la esfera cultural. Y c) Finalmente, otras caracterizadas por su actitud frente a los cambios actuales reales (o a los cambios futuros imaginables) respecto a lo digital. »

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Política y Sociedad, Vol 52, No 1 (2015) Nuevos escenarios para la cultura 

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