La construcción democrática de la cultura

El modelo de institución cultural y artística que se configuró y creció en el Estado español desde finales de los 80 está en una profunda crisis. Por un lado, las instituciones se adhirieron a las lógicas del neoliberalismo vinculando su supervivencia y crecimiento  a la eficacia con que contribuían a la industria turística y a la promoción de la “marca ciudad” o la “marca país”. Sus programas y servicios se han hecho crecientemente dependientes del apoyo de las grandes corporaciones y del capital financiero que han estrechado cada vez más el cerco sobre sus programas y contenidos.

Por otro lado, han ido perdiendo la facultad de identificar un sujeto hacia el que dirigir sus discursos y respecto al que diseñar sus dispositivos más allá del consumidor de productos de ocio, o de los miembros de un desterritorializado sistema global de la cultura. Sus propuestas han dejado de estar sometidas a los procesos de validación tradicionales, desgastada la independencia y credibilidad del periodismo y de la crítica, y tampoco existe una densa esfera pública de la cultura a la que interpelar y desde la que ser interpelado.

El estallido de la burbuja especulativa ha puesto en evidencia la fragilidad de un sistema dependiente de factores externos enormemente volátiles. Muchas de las infraestructuras culturales ven peligrar su continuidad en el nuevo contexto de austeridad, ante la indiferencia o la escasa reacción de la opinión pública. Paradójicamente, sin embargo, nunca antes había existido una masa social tan amplia e intensamente implicada en los procesos culturales, que está ensayando modos de producción y diseminación que desbordan los parámetros de valor de la institución y del mercado.

Este estado de fragilidad no puede ser revertido únicamente a través de un proceso de renovación interna, sino que es precisa además una renegociación radical de sus principios y de sus estructuras de funcionamiento, incoando mecanismos de transparencia, participación y corresponsabilidad con los distintos agentes sociales y entrando en un debate abierto sobre los roles de la cultura en el proceso de construcción democrática.

 

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