Formas de hacer cine: 1. el exceso del cortometraje. parte I

| el balcón de la espera

Intentaré realizar varios análisis sobre las actuales formas de hacer cine, no todas claro está, sino la que se sitúan en el deseo de hacer un tipo de cine posible, diferencial, nuevo o en los márgenes de la convención de la llamada “industria” (precaria)

Hace tiempo que pienso que el mundo del cortometraje necesita una reflexión profunda para poder situarlo en algún lugar dentro de, por llamarlo de alguna manera, mundo del cine.

Todo lo que rodea al cortometraje es excesivo como casi todo lo hipermoderno. No creo que nadie se pueda aventurar a cuantificar cuantos cientos, miles de creaciones se llevan a cabo al año sólo en España. Son multitud las páginas que de una manera hablan, citan, promocionan, visualizan cortometrajes. Infinidad son los festivales dedicados al formato corto, sin olvidar la cantidad de libros y páginas webs destinadas a cómo producir, realizar tu propio corto y las de técnicas de guión que parecen dirigidos precisamente al guión cortometraje. Además de todas las escuelas de cine de este país. Escuelas universitarias o no, lugares donde en teoría se enseña cine a partir de la práctica cinematografía de la realización, de cómo no, un cortometraje.

  1. ¿Por qué se hacen los cortos y cuál es su función?

Es muy difícil abordar esta pregunta y se puede hacer de distintos lugares. Quiero dejar claro una obviedad, para mí el cortometraje es una forma de hacer cine, es decir una relación del sujeto con lo artístico. Desde esta perspectiva, yo encuentro la respuesta en la afirmación que el arte es una sublimación del sujeto, es decir desplaza las condiciones de su satisfacción y la consigue por otros caminos, en este caso a través del arte y el reconocimiento del otro[1]. El cortometrajista también dirige sus fantasías y sus pulsiones hacia algo que considera más que valioso. 

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[1] El malestar en la cultura. S. Freud