[#854] "La función de la cultura pública no es generar mercado sino estructura cultural"

José Ramón Insa  | Espacio Rizoma

Existen muy diferentes campos semánticos para abrazar el concepto de cultura. Uno son tomados desde el ámbito teórico-racional y otros desde el ámbito empírico. La necesidad de una convergencia entre ambos es absoluta para crear espacios de responsabilidad pública. En periodos de recesión como el actual se produce también una paradoja: se busca una especie de movimiento perpetuo en el que se intenta dar apariencia de normalidad a través de hinchar programas de modo demasiado artificial. Este encadenamiento de eventos continuos supone más una metáfora de la intencionalidad de representaciones que de una ejecución de procesos de construcción de cultura. Estaría bien aprovechar la situación para detenerse mínimamente y reflexionar. Sin embargo, construir un corpus teórico en las administraciones es una auténtica quimera que continuamente se tumba desde criterios economicistas e hiperactividad programática. Sin una perspectiva de futuro amplio se gestiona desde la inercia y en ocasiones desde la ocurrencia, una subjetividad hipertrofiada que no es sino el reflejo de una interpretación parcial de la realidad circundante. Estas posiciones de “seguridad” eximen de seguir pensando y es una posible causa de que la cultura local no siga avanzando en la misma proporción que avanza la calle.  Unas posiciones que se aferran a una especie de “política de la intrascendencia” preocupada por intereses limitados a las lógicas del poder.

Es necesario pues saber de muchas más cosas que de política de partido y de economía para gestionar la cultura. No es suficiente, todo esto se queda pequeño porque, sobre todo, es un mundo cerrado en interpretaciones restringidas. Por ello cuando la base económica se desmorona, todo se cae. No hay una estructura reflexiva. Cualquiera, con perdón, puede gestionar con dinero una agencia de espectáculos (eso parece que han sido los gobiernos locales) y ahora la paranoia radica en dónde conseguirlo. ¿Para qué? ¿Para hacer más de lo mismo?. Enrocarse en el error. Caemos en un efecto bucle en el que continuamente nos proponemos los mismos objetivos para adentrarnos en asuntos que no hemos solucionado.

La función de la cultura pública no es generar mercado sino estructura cultural que pueda evolucionar de forma independiente. De lo contrario se desarticula la participación creativa y se genera una macroestructra de consumo al modo de los centros comerciales que aglutinan la socialización en torno a formatos de masivos: la caverna platónica que, además de cegar desprecia a quienes señalan otras alternativas. Todo se evalúa en función de la magnitud cuantificable del evento, la megalomanía de la programación. En definitiva la escenografía del comercio en la que los flujos continuos son los que importan para mantener una continua marea de acciones nada simbólicas y aferradas a una desfiguración de las necesidades. La permanente huida hacia las sensaciones efímeras.

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